César Cid: Acompanyant el final de la vida

Carme Munté Margalef entrevista a César Cid

«Acompanyar el final de la vida és el gest més bonic que l’home pot experimentar, fins i tot des d’una mirada atea o agnòstica», afirma César Cid, diaca de l’arxidiòcesi de Madrid, expert en dol i atenció espiritual al final de la vida. «El desig es va plasmar des del començament de la meva formació i no he fet altra cosa (pastoral) que acompanyar a morir i facilitar el dol com a tanatòleg (terme adequat que ens costa acceptar a Espanya). La persona que deixa la vida necessita ser reconeguda com qui és, que li permetin tancar la seva existència, relacionar-se amb tot el que és sagrat i sentir-se especialment estimat».

Actualment, César Cid treballa a hospital Hestia Madrid duent a terme l'atenció espiritual i col·labora amb l'MD Anderson Cancer Center Madrid haciendo escucha y acompañamiento a familias y enfermos. También hace exequias en el tanatorio M30 de Madrid.

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Duelo migratorio

Silvia Magaña

Según el diccionario, el duelo se define como dolor, aflicción, expresión de los sentimientos que la muerte provoca. ¿Qué tiene que ver, pues, con la migración?

Emigrar provoca numerosas pérdidas que van más allá de una respuesta neurofisiológica a unos cambios intuidos como amenazas. El Dr. Joseba Achotegui define muy bien este duelo migratorio que él denomina «síndrome de Ulises». Y mi aportación, desde la experiencia personal, va en esta misma línea.

Toda migració comporta una pérdida

El sufrimiento del inmigrante antes, durante y después de su camino, evidencia que la migración empapa la totalidad de su vida: su conciencia, sus emociones, y también sus pensamientos y su postura ante la realidad que vive.

Los procesos de movilidad humana son siempre una pérdida o la muerte de algo, pero la migración es un factor de riesgo cuando el inmigrante es vulnerable, tanto en su lugar de procedencia como en la sociedad de acogida. Esta vulnerabilidad se manifiesta en cada trayectoria, en cada persona, en la forma cómo se percibe la propia vida, la identidad y en cómo se interactúa en cada contexto.

El duelo migratorio no significa que habrá que aceptar la muerte en algún momento. Se trata de un duelo parcial, de un combate entre dos realidades. Su país y todo lo que lo representa no desaparece. Se produce un ir y venir, una separación que nunca se acaba. Es un duelo vinculado a memorias y a recuerdos de etapas sensibles que siguen presentes, a pesar de quebrantos y distancias.

El duelo migratorio

El peregrino obligado se encuentra con demasiados cambios para los que nadie está preparado: la familia, la red social, la lengua, la forma de comunicarse, los valores, las costumbres, la religión, el estatus social… La nueva realidad se afronta sin contacto con el grupo de pertenencia y a menudo en una cultura hostil. ¿Con quién te identificarás?

El duelo migratorio tiene una dimensión colectiva, se convierte en una experiencia grupal en un entramado social de carencias.

Recuperar la voz del peregrino y su duelo, su universo de sentidos, valores y representaciones puede disminuir el sufrimiento, el conflicto, el dolor. Recuperar la voz de su duelo marca la diferencia entre una adaptación conflictiva y una adaptación apacible en el contexto de acogida.

Duelo y duelos

M. Àngels Termes, editorial del núm. 16 de Galilea.153 «Duelo y esperanza»

El 2 de noviembre oramos por los fieles difuntos, para que Dios acoja su alma. ¡Y está muy bien que lo hagamos! Pero la muerte tiene otra cara: el duelo, el sentimiento doloroso de los que sufren la pérdida de un ser querido.

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