Ecología y ejercicios espirituales

Experiencia hecha en la Cueva de Manresa en clave ecológica

Llorenç Puig, jesuita

La Laudato si’ ha sido un gran impulso en la toma de conciencia de los católicos de la necesidad del cuidado de la creación y de nuestro entorno.

Pero la fuerza y la ambición del mensaje del Papa va más allá: él habla, en todo un apartado de la encíclica, de «conversión ecológica»: «Debemos hacer la experiencia de una conversión, de un cambio del corazón» (Laudato si’ 218).

En este artículo presentamos la experiencia hecha en la Cueva de Manresa de unos Ejercicios Espirituales en clave ecológica. La fórmula es muy simple: unos Ejercicios Espirituales de ocho días siguiendo el esquema ignaciano, pero introduciendo elementos sobre la creación, la naturaleza, nuestro ser-en-el-mundo, nuestra relación con ella, con los demás y con Dios… y todo ello trabajando sobre todo los aspectos contemplativos y vivenciales, más que los puramente cognitivos.

1) Salid, haced un día de desierto y de paseo contemplativo:

En los primeros días de los ejercicios hemos buscado que las personas entraran en un contacto profundo y tranquilo con la naturaleza. Esta propuesta se hacía acompañada de unos textos que invitaban a la contemplación con los sentidos, a dejar de lado las ideas y conceptos que tan a menudo nos atrapan. En el día de desierto propuesto, hemos ofrecido un texto que iba repasando los diversos ámbitos de nuestro mundo (la Tierra, las piedras, los árboles, los ríos, los animales, las personas…) viendo sus múltiples significados para las religiones y las culturas.

2) Esta noche, película:

Cada noche, después de cenar, hemos propuesto una película contemplativa sobre el cosmos, la Tierra, la naturaleza, la vida de las personas, los grandes dramas humanos de la injusticia, la violencia y la pobreza… todos sabemos que el cine tiene una enorme capacidad expresiva y de transmitir desde la sensibilidad cosas muy profundas.

3) Ejercicios para ordenar la propia vida, sin determinarse por ninguna afección que sea desordenada:

Los Ejercicios de san Ignacio buscan la conversión del corazón del ejercitante para dejar de lado los autoengaños y los que provienen de la propia dinámica del consumismo, del inmediatismo, del olvido de los más pobres y excluidos… Por eso, es tan apropiada la dinámica de los Ejercicios ignacianos, con los días de consideración del mal y del pecado del mundo y el propio, los días de contemplación de la Pasión de Jesús y la pasión de tantas otras víctimas, o finalmente la contemplación de la acción y la presencia del Señor, actuando, en nuestro mundo, y buscando nuestra colaboración en su causa del Reino.

Todo ello creemos que ayuda a trabajar «la conciencia de que cada criatura refleja algo de Dios y tiene un mensaje que enseñarnos, o la seguridad de que Cristo ha asumido en sí este mundo material y ahora, resucitado, habita en lo íntimo de cada ser, rodeándolo con su cariño y penetrándolo con su luz. También el reconocimiento de que Dios ha creado el mundo inscribiendo en él un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar» (Laudato si’ 221).

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