Joan Morera: transmitir la noviolencia de Dios

“El perdón es un salto en el vacío”

(Mercè Solé, entrevista / Marta Pons, video)

Joan Morera, un joven informático que un buen día se hizo jesuita, nos recibe una tarde soleada en Barcelona. Además es un conocedor de las lenguas bíblicas y de la noviolencia en la Biblia, ha estudiado en Roma y en Jerusalén. Su interés por la esencia y la gestión de los conflictos le ha llevado a vivir unos años en Tanzania. Desde hace un año, coordina un grupo de trabajo dentro de Cristianismo y Justicia para la noviolencia activa (NOVA).

El conflicto es inherente a la realidad humana

El conflicto más bien tiene mala prensa entre los cristianos…

A menudo partimos de una noción de paz que consiste en la negación de alguna realidad. El conflicto es inherente a la realidad humana: siempre lo hemos tenido, lo tenemos y lo tendremos. Por lo tanto, cuando partimos de una definición de paz positiva, que es la que no se estila, nos damos cuenta de que la paz se construye, de que para trabajar por la paz tal vez deberemos hacer un boicot, una denuncia o defender activamente a un colectivo que es víctima. Debemos dar a la paz el sentido que realmente tiene.

Pero navegar por el conflicto es difícil

Lo que vemos como conflicto normalmente es un resultado violento de un conflicto no atendido. El conflicto es una diferencia de necesidades y de intereses que ha producido un choque entre personas o entre colectivos. Cuando esto se silencia, se vive mal y se produce una tensión que no aflora hasta que aparece la violencia. Pero el conflicto ya existía.

Se necesita mucho autoconocimiento. Ir viendo cómo respondemos ante el conflicto y qué sentimientos afloran es importante, pero no podemos controlar ni los propios sentimientos del todo, ni los del otro. De hecho, no es realista que los sentimientos o las actitudes de los demás puedan ser controlables.

Propuestas concretas de Jesús

Cuando Jesús hace propuestas concretas de noviolencia, como poner la otra mejilla compartir el vestido más allá de lo que dice la ley o extender a dos la obligación de caminar una milla, lo que propone son acciones concretas que no dependen de la reacción del adversario, sino de la propia libertad. Lo que propone la noviolencia precisamente es, ante un bloqueo, llevar a cabo acciones que hagan avanzar y que toquen el corazón.

Una de las claves es integrar al adversario. Por tanto, cuando una de las partes pretende siempre integrar a la otra, esta nunca quedará castigada por las actitudes de la primera. Esto es importante, porque cuando queremos practicar la noviolencia de Dios, hemos de integrar, de imitar a Dios, siguiendo los pasos de Jesús.

La inclusivitat, clau per a la noviolència

¿Qué significa integrar?

Una de las grandes características de Dios como noviolento es precisamente la inclusividad. Integrar al otro sería querer y desear trabajar por un resultado final vencedor/vencedor y no vencedor/vencido. Nelson Mandela, cuando estuvo en la cárcel, aprendió la lengua de quienes le oprimían, intentó aprender su poesía, intentó hablar con ellos, conocer sus motivos, sus necesidades. Esto es tomarse en serio al otro y está en vías de llegar a una solución de vencedor/vencedor.

Cuando se echan en cara al otro las diferencias, se provoca una respuesta defensiva y se levantan más barreras de las que hay. Se necesita un proceso interior, personal, además del externo, visible y colectivo.

¿Cuál es la aportación específica de los cristianos?

Gandhi, King, Mandela, todos ellos tenían una espiritualidad de donde extraían energía y fuerza. Además los cristianos contamos con la gran transformación que Dios nos ofrece, que es el perdón. Es un Dios que siempre intenta reconciliar, y en este sentido también es un Dios que siempre va a buscar a los más alejados. Este sentido de inclusividad hay que trabajarlo a nivel personal para que se integre en nuestras decisiones cotidianas.

Además, el cristiano que no lo es solo de nombre, cuenta con un punto clave que es la autenticidad. En un conflicto es fácil mentir o buscar segundas intenciones. Cuando un cristiano es auténtico, a través de la autocrítica sacude su propia posición, evalúa si lo que hace agrede o no, si es según Dios o no. Todo esto aporta una cualidad no violenta, un estilo evangélico muy necesario.

La materia del conflicto

Cuando yo vivo un conflicto, con la cabeza veo por dónde debo ir, pero por dentro es muy difícil dejar de sentir una gran animadversión…

Puede ayudar separar si la materia del conflicto pertenece a un grado absoluto, a un grado testimonial o a un grado relativo. Pere Casaldàliga dice: «Solo hay dos absolutos: Dios y el hambre». Es un absoluto porque hay una vida humana por medio.

En cambio, todo lo testimonial sería aquel conjunto de cosas que creemos, que vertebran nuestra vida y que no podemos imponer a los demás ni dejarnos imponer. Las defenderemos, daremos incluso nuestra vida por ellas, como la propia fe, pero en cambio no pueden ser utilizadas como disputa.

Lo relativo, por otra parte, es lo que nos separa, a veces son minucias. Identificar lo que pertenece al grado absoluto, lo que pertenece al grado testimonial y lo que pertenece al relativo, es de una gran ayuda.

Aparte de esto hay todo un proceso de transformación interior. Es una aventura, una peregrinación y se puede ir haciendo incluso a través de textos bíblicos que pueden acompañar, como los del siervo sufriente, o las propuestas de Jesús. Todo ello contribuirá a evitar que las decisiones salgan del sentimiento. Debemos ganar en lo que en términos de san Ignacio llamamos indiferencia.

Ganar en libertad interior

No significa pasar de todo, al contrario, quiere decir ganar en libertad interior. Si estamos ofuscados por el odio y la rabia, podemos intentar humanizar al adversario. Hemos de pensar de qué modo podemos sentir ternura por lo que nos llega de su mundo, qué contexto ha vivido y ha sufrido, qué puede suponer para mí mantener el odio o bien abrazar el perdón. El perdón no sale de lo que ha pasado. Lo que ha pasado es una herida. Y de una herida salen los sentimientos amargos y dolorosos.

El perdón es un salto en el vacío que los cristianos debemos atrevernos a hacer y que más que acceder a la voluntad del otro o de pensar que es justificable lo que ha hecho es dar el paso para liberarme a mí mismo y poder vivir según lo que Dios desea de nosotros, y no según lo que aquella herida está representando todavía para mí.

La comprensión de un Dios noviolento

Pero la Biblia está llena de textos con una gran dosis de violencia

Si hay textos violentos es porque la Biblia refleja el lenguaje y la realidad de quienes la escribieron. Pero por más que el escritor bíblico haya formulado en labios de Dios una frase que extermina a un pueblo entero, hay que ser conscientes de que no estamos ante relatos cronológicos, sino de géneros que comunican un mensaje.

No es plausible que este mismo Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento sea tan contradictorio porque el mensaje comunicado es Palabra de Dios, con un lenguaje manchado de aquella violencia que vivían. Esto no debe llevarnos a excluir estos textos, porque, si no, caeríamos en la tentación de los que se dicen noviolentos y no lo son, es decir, de no integrar al adversario.

Debemos integrarlos, intentando leerlos desde una perspectiva que permita ver su contexto para entender lo que pretenden comunicar. Lo que aplicamos al adversario persona, debemos aplicarlo también al texto violento redactado en la Biblia.

Nuestra relación con Dios

Desde la comprensión de un Dios noviolento estamos garantizando que la vivencia del cristianismo no sea tan solo un cumplimiento de normas. Además, Jesús vino a destruir esta mentalidad que nos da una falsa seguridad: los que están dentro se salvan, los que están fuera se condenan. La propuesta de Jesús es más bien un seguimiento, una persona, una relación. Y por tanto esta relación con Dios debe ser un constante peregrinaje, un salir de nosotros mismos.

Lo más importante es que la noviolencia lo asegura porque precisamente no permite conformarte. Siempre te mueve a cuestionarte, a sospechar de ti mismo, a mover las seguridades para intentar que las posiciones que están enfrentadas lleguen a una reconciliación o por lo menos a un acuerdo que permita satisfacer las necesidades de ambas partes.

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