«High five!» ¡Gestos, signos y símbolos de hoy!

Demasiados signos y símbolos nos piden comulgar con una cultura que ya no es la nuestra.

Francesc Romeu, sacerdote y comunicador.

A finales del año pasado se hizo viral (repetidamente enviado y contagioso) un vídeo, corto, en el que se veía a un sacerdote que intentaba bendecir a una niña antes o después de hacer la primera comunión. Cuando él elevaba su mano derecha sobre la cabeza de la niña para bendecirla, ella, junto a su madre, de un modo totalmente espontáneo, chocó su pequeña mano contra la del cura. Casi como un acto reflejo, que corresponde a la costumbre del deporte norteamericano del «high five!», del «¡choca estos cinco!». Un signo de felicitación, de aprobación. Al final, los tres, inevitablemente, se pusieron a reír.

Los signos y los símbolos deben ser comprensibles

La niña no lo hizo para mostrar indisciplina ni tampoco su incultura religiosa sino por sintonía con nuestra cultura actual, para mostrar –con simpatía– su satisfacción. El sacerdote sí que sabemos que lo hizo siguiendo la antigua tradición de las bendiciones, que debería haber sido correspondida por una leve inclinación reverencial de la cabeza de la niña.
Pensemos un poco. Los signos y los símbolos deben ser comprensibles si queremos que sean eficaces. Por una parte, nunca pueden ser objetos mágicos sino razonables. Pero, por otra, tampoco hay que mantener un signo que, por el hecho de haberse quedado anclado en el pasado, ahora necesita una larga explicación para conectar con una cultura ya pasada.

Demasiados signos y símbolos nos piden comulgar con una cultura que ya no es la nuestra. Mientras que –al mismo tiempo– nos cuesta mucho recibir los nuevos signos y símbolos que la cultura contemporánea va generando.
¿De dónde han salido nuestros signos y símbolos? Pues muy sencillo: de nuestra cultura. Y la cultura sale de nuestros hábitos y costumbres.

De la sociedad agrícola a la urbana

Tenemos muchos signos y símbolos que vienen de la agricultura, puesto que había sido el centro de la vida de las personas. Cultura viene del cultivo, dicen algunos expertos. Pensemos, por ejemplo, con nuestro culto al agua, al cielo y a la tierra. Y sobre todo lo que se cultiva en las orillas de nuestro Mediterráneo: el trigo, la vid y el olivo. Y de aquí el pan, el vino y el aceite. Objetos de culto para nosotros, pero no para otras culturas muy distintas y lejanas.

Y la cultura también nos ha dejado la antropología, es decir, el modo que tenemos de comprender al hombre y a la mujer, su cuerpo y su espíritu, su materia y su alma, sus relaciones, el respeto mutuo y las dinámicas grupales.

Y finalmente, la última entrega que nos ha hecho la cultura es el lenguaje. Un lenguaje que no es solo la articulación de unas palabras en una lengua concreta sino también una inmensidad de gestos con los que acompañamos nuestra comunicación no verbal: con la cara, con las manos y con la postura del cuerpo. Y también, con el silencio. Fijémonos bien en los nuevos signos que se establecen y hagámoslos también nuestros.