Parroquia comunidad viva

M. Àngels Termes, editorial del núm. 11 de Galilea.153 «Comunidad viva».

En este número de Galilea.153 hablamos de la parroquia, y buscando un título para poner en la portada nos ha salido «comunidad viva».

Sí, parroquia comunidad viva, porque del edificio material construido con piedras queremos Iglesia, edificio construido con las piedras vivas que formamos la comunidad que celebra y vive la fe. De estos dos edificios nos hablan Ramón Navarro y Anna-Bel Carbonell en sus artículos.

Sí, parroquia comunidad viva, porque es preciso que sea el lugar donde se visibilice la corresponsabilidad, campo en el que aún hay mucho por hacer, como insinúa Rosa M. Sánchez, porque muy a menudo todavía el sacerdote es el hombre-orquesta –expresión que sale más de una vez en estas páginas– que lo hace todo, tanto en el presbiterio como en la comunidad.

Sí, parroquia comunidad viva, porque no todas son iguales y ello se pone de manifiesto en las diferencias entre el mundo rural y urbano… desde las serias dificultades para cubrir las necesidades básicas de nuestros pueblos hasta la pluralidad de iglesias y horarios en algunos barrios de nuestras ciudades, que hacen que prácticamente haya misa en la puerta de casa de cada uno, como dice José A. Goñi.

Más vida en la parroquia

Sí, parroquia comunidad viva, porque es el lugar donde se hace efectiva triple la tarea –los artículos de Eloi Aran y de Goñi hablan de ella– encomendada a la Iglesia: anuncio de la Palabra, celebración de los sacramentos y servicio de la caridad. En otras palabras, la parroquia evangeliza y hace catequesis, vive la liturgia y es buena samaritana. Precisamente Josep M. Domingo aborda este último aspecto fundamental: el de la acogida a los pobres, que pide de la comunidad tiempo, saber escuchar, empatía…

Sí, parroquia comunidad viva, que se acerca a los que debido a enfermedad o vejez no pueden acudir a las celebraciones y encuentros de la comunidad, tal como se refleja en la sección «Cuidar de los más frágiles».

Estos son solo unos aspectos. Quedan muchos otros. Si Dios quiere tendremos ocasión de abordarlos. Todo para ayudar a que las parroquias sean comunidades vivas, no aferradas y encerradas en las cuatro paredes centenarias, sino acogedoras y abiertas a quien se quiera acercar libremente, como concluye Anna-Bel en su artículo.

Y un apunte final. Galilea.153 quiere ayudar a las comunidades a vivir la liturgia. Poco a poco y de una forma sencilla, número a número: las secciones «En el año litúrgico» y «Las lecturas del domingo» nos acercan al tiempo litúrgico que estamos viviendo, mientras que «Entre tod@s, liturgia» y «En pocas palabras» profundizan en temas generales de la liturgia.

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