Maria Guarch: «Evangelizar es pensar en los demás, no en ti mismo»

Nos encontramos con Maria delante del centro parroquial de la Sagrera, en Barcelona, bajo un sol de justicia y con música de fondo de unas cotorras con ganas de marcha.
Maria Guarch tiene 28 años y es vecina de la Sagrera, un barrio de Barcelona con un rico tejido asociativo, donde parroquia y entidades comparten espacios con buena convivencia. Ha sido monitora de educación en el tiempo libre durante muchos años. Es miembro de la JOC (Juventud Obrera Cristiana). Estudió filología y trabaja en el Centre de Pastoral Litúrgica como correctora.

¿Los adultos tenemos una imagen distorsionada de los jóvenes?

Pues, sí. Pero siempre ha pasado. En nuestro caso, se agrava por la revolución tecnológica, que hace que los jóvenes tengan un lenguaje propio, que dificulta la comunicación entre jóvenes y adultos. Los lenguajes de las redes sociales crean una cultura propia. También hay que decir que los jóvenes de hoy tienen muchas dificultades, agravadas por la crisis económica, para avanzar y para crear su proyecto de vida.

Se dice mucho que los jóvenes no hacen nada, pero muchos jóvenes pasan su día a día estudiando y trabajando porque no pueden hacer nada más. Y si sus familias van muy justas económicamente, ellos tienen que trabajar para poder pagar sus estudios en la Universidad, que son cada vez más caros. Después están los Másters, que para pagarlos tienes que vender un riñón. El trabajo que actualmente se ofrece a los jóvenes es muy precario, a menudo sin contrato, en negro.

Con un trabajo precario, pagando unos estudios caros es prácticamente imposible tener un piso de alquiler, incluso una habitación. En este momento, el precio del alquiler nos afecta a todos. Los precios suben, no están regulados. En definitiva, es bastante diferente de lo que vivió la generación anterior.

Esta precariedad ¿cómo afecta a las relaciones entre las personas?

Es más difícil relacionarse cara a cara. A pesar de los estímulos para el consumo, muchos jóvenes no pueden acceder a él. Aunque hay tipos de ocio alternativo. Lo más accesible es usar las redes sociales. Es interesante constatar que están apareciendo modelos de ocio que son cooperativos, que te obligan a estar y a tener en cuenta a los demás. Un ejemplo muy claro es el room escape: te encierran en una habitación con un grupo de personas y para salir debes tener en cuenta las habilidades de los demás. Están apareciendo muchos juegos de mesa que promueven la cooperación entre los jugadores, y no la competencia mutua. Todo ayuda a contrarrestar el ambiente de la Universidad o del trabajo, donde prevalece el individualismo competitivo.

Cada vez hay más jóvenes con necesidades emocionales, jóvenes que sufren depresión o que necesitan atención psicológica.

A veces te hemos escuchado decir que te sientes impotente ante la situación que viven algunos jóvenes.

Estos jóvenes son personas cercanas a mí, pero tampoco les puedo sobreproteger ni soy su madre. Se llega donde se puede. Lo más importante no es darles soluciones, sino escucharles, que sientan que no llevan la cruz solos. A veces no se puede hacer nada más.

En los años 80 se creó una respuesta asociativa importante en la lucha contra el paro, pero la estructura actual no ayuda…

La situación actual no favorece que los jóvenes puedan tener un compromiso estable. En el mundo de la educación en el tiempo libre hace muchos años que se nota que la gente deja de ser monitora del tiempo libre antes. Se suman muchas cosas. Si no sabes cómo será el trabajo, qué horarios tendrás, cuánto tiempo vas a estar trabajando, si tendrás el fin de semana libre… no sabes si podrás cumplir.

En la JOC, constatamos que cada vez hay más militantes «en el exilio», que se han marchado de España para encontrar trabajo o terminar los estudios. Continúan sintiéndose vinculados a la JOC y algunos hacen revisión de vida por Skype. Pero les es difícil comprometerse socialmente.

La Iglesia, en este contexto, ¿qué ofrece a los jóvenes?

La Iglesia aporta comunidad. Tienes el grupo, la federación, el movimiento nacional e internacional y esto te permite formar parte de una comunidad. La Iglesia aporta dos cosas muy importantes: referentes y acompañantes.

Los jóvenes normalmente tenemos un carácter revolucionario y queremos cambiar lo que no nos gusta. Necesitamos a alguien que nos ayude a concretar, a ir a las causas en su complejidad, y a mirar detrás de las apariencias. Es una manera de canalizar las ansias de cambio y de poner atención no solo en el qué, sino también en el cómo, que es la especificidad cristiana. La Iglesia te hace aprender el amor hacia el otro.

A menudo sientes cierta desesperanza y angustia por el futuro. La Iglesia te permite ver la acción de Jesús y del Espíritu en las pequeñas cosas del día a día, aunque te parezca que estás bloqueado. Siempre hay algo que te descubre la acción de Dios: en el compañero que después de estar muchos meses trabajando en algo que no le aporta nada, o en una mala relación con sus compañeros, intenta hacer algo para cambiarlo. Es una forma de esperanza.

¿Es la Iglesia suficientemente acogedora?

Lo intenta. Pero a menudo las parroquias, por ejemplo, no saben cuál es el perfil de los jóvenes que tienen a su alrededor, qué necesidades tienen. Salir y mirar cómo están los jóvenes es un ejercicio que se debería hacer más a menudo. Para entender cómo son, qué les motiva, por lo que pasan. Son los jóvenes que están a mi lado, no los que querría tener, son los jóvenes a los que puedo poner nombre.

Según la JOC, son los jóvenes los que transmiten el mensaje de Jesús a los demás jóvenes…

Creo que cuesta. Estamos en una sociedad alejada de la Iglesia. El punto evangelizador de la JOC es que intenta hacer protagonistas a los jóvenes de lo que hacen. La Iglesia pone en marcha cosas para los jóvenes pensadas por adultos. Si te gustan bien, y, si no, también.

La evangelización se da cuando pensamos en los demás, no pensando en lo que tú quieres hacer o en los que deberíamos hacer todos. Nosotros queremos llegar al Reino de Dios, ¿cómo lo haremos para que esta persona se sienta invitada a formar parte en él?

¿Te sientes cómoda en la liturgia?

Hay muchas cosas de la liturgia que no entiendo. Quizá porque no me lo han explicado, quizá porque cuando alguien me lo ha intentado explicar me ha dicho «esto es así y ya está» y eso no se lo puedes decir a un joven. Creo que se le da demasiada importancia a cosas que son superficiales. Lo que es importante en la liturgia es el significado, el porqué, lo que se quiere transmitir en cada celebración. Trabajando eso puedes hacerte tuya la liturgia.

Si algún liturgista participara en las celebraciones de la JOC pondría el grito en el cielo. Pero con los jóvenes hay que tener un estilo un poco laxo. No es exactamente así como se tienen que hacer las cosas, pero de momento empecemos por aquí y ya lo trabajaremos. Cuando llega el momento de trasladarlo a la parroquia o a la Iglesia en un sentido más amplio, puede ser que haya un choque de estilos, pero más por lo práctico de los pequeños símbolos que quizá no coinciden. El trasfondo es lo que nos une. Y también el hecho de sentirnos comunidad.

(Puedes encontrar las entrevistas que hemos publicado en nuestro canal de YouTube)